Publicada el 2015-01-13
La rehabilitación gana día a día protagonismo para convertirse en el motor de la recuperación del sector y en la piedra angular sobre la cual debe articularse la construcción a partir de ahora. Sin embargo, para desempeñar ese rol plenamente, se deben superar los obstáculos, económicos sobre todo, que dificultan acometer acciones de rehabilitación por parte de los ciudadanos. El informe de invierno 2014 del grupo Euroconstruct prevé –por fin- un crecimiento sostenido de la construcción en Europa para el período 2015-2017 que establece en un promedio del 2,1-2,2% anual. Más concretamente, para la rehabilitación, que ha entrado en cifras positivas en 2014, establece una velocidad de crucero sostenida para los próximos años de un 1,4% aproximadamente. No se trata de un mal punto de partida para un sector que se ha contraído un 22% entre 2008 y 2015. Sin embargo, una valoración apresurada puede llevar a engaños. El crecimiento previsto para la rehabilitación es inferior al del conjunto del sector, cierto, pero el punto de partida también es diferente. La rehabilitación ha resistido mejor la crisis en el sector de la construcción y ahora está preparada para crecer de forma sostenida.
En cualquier caso, los datos son tozudos e indican un camino inequívoco. En 2013, Construmat elaboró un informe sobre el impacto económico y social de la rehabilitación de las viviendas que incluye parámetros muy significativos para entender la dimensión de los beneficios derivados de un aumento de la actividad rehabilitadora para la ocupación, el tejido de pymes nacional o la sostenibilidad económica, ambiental y social. Algunos ejemplos: por cada euro invertido se genera un 85% de actividad económica adicional; por cada puesto de trabajo directo se generan 1,67 nuevos empleos y por cada 100 euros públicos que destinan a subvencionar actuaciones de mejora en los edificios, la administración recupera, vía impuestos, 111 euros. El tejido empresarial está en condiciones de responder a la potencialidad de la rehabilitación. La Comisión de Rehabilitación y Mantenimiento de Edificios de Catalunya (RiMe) se creó en el año 2005 como una iniciativa conjunta del Gremio de Constructores de Obras de Barcelona y la Cámara Oficial de Contratistas de Obras de Catalunya. Agrupaba entonces a una decena de pymes especializadas. Diez años después cerca de 150 empresas participan de forma activa en las actividades de la comisión, que trabaja para dinamizar el sector sobre los tres grandes ejes de la actividad rehabilitadora: la seguridad de los edificios, su accesibilidad y la eficiencia energética. La Asociación Nacional de Empresas de Rehabilitación y Reforma (ANERR), creada más recientemente, también busca aglutinar a nivel estatal a las empresas rehabilitadoras. Para Josep Martínez, vicepresidente del Gremio de Constructores y miembro de la RiMe, la realidad de las grandes ciudades, como Barcelona o Madrid, con un crecimiento inmobiliario casi imposible, desemboca en la rehabilitación de forma ineludible, "aunque creo que esta evolución es más bien el resultado de una necesidad correctiva, primero, y preventiva después, sobre nuestros edificios, del conocimiento de su estado".
Y ese estado requiere de atención. Según datos de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), cerca de un millón de edificios en España (aproximadamente un 10% del total) están en un estado de conservación deficiente; casi 5,5 millones (un 55% del total) tienen problemas de accesibilidad y más de la mitad del parque total edificado está construido sin atender a ningún tipo de normativa de eficiencia energética. De hecho, según al CNC, "nuestro parque de edificios se encuentra muy lejos de las exigencias europeas relativas a la eficiencia energética". En este contexto, parece claro que el recorrido de la rehabilitación es más que amplio. Todavía estamos lejos del peso de la rehabilitación en otros países europeos, como Alemania, donde casi supone el 50% de la actividad de la construcción. Con un parque de edificios envejecido y con carencias importantes, ¿qué es lo que falta entonces para el despegue definitivo de la rehabilitación? Todos los agentes del sector dirigen su mirada hacia estímulos económicos desde el sector público que contribuyan a que los ciudadanos pueden emprender acciones de rehabilitación de sus edificios y viviendas. Así se señala la necesidad de un nuevo modelo de financiación, con subvenciones directas, créditos subsidiarios, préstamos a bajo interés, incentivos fiscales, deducciones en el IRPF o nuevas formas de colaboración público-privadas como medidas imprescindibles para dinamizar la actividad rehabilitadora.
En esta línea, el Plan de Vivienda 2013-2016 del Ministerio de Fomento ha dotado con 100 millones de euros la rehabilitación de 6.179 viviendas de todo el Estado. A nivel local, el Consorcio de la Vivienda de Barcelona también ha abierto este año 2014 una importante convocatoria de ayudas para rehabilitación, con una dotación global de más de 11 millones de euros, que tendrá continuidad a lo largo de 2015. Atendiendo a criterios de simplificación en los trámites de la convocatoria –uno de los requerimientos básicos de los ciudadanos- el consistorio barcelonés pretende hacer de la rehabilitación el principal instrumento de regeneración urbana "consciente de los efectos multiplicadores que tiene, pues permite la fijación de la población residente, de su impacto en la sostenibilidad, la innovación, la eficiencia energética y la mejora el paisaje urbano", según asegura Antoni Sorolla, gerente adjunto de Vivienda en el Ayuntamiento de la capital catalana. Así, la resolución de patologías estructurales, de problemas de accesibilidad, la mejora energética y la rehabilitación arquitectónica conforman los cuatro grandes ejes de la convocatoria.
El soporte innovador y tecnológico resulta vital también para el futuro de la rehabilitación. Tal como asegura Josep Martínez, de la RiMe, "rehabilitación y tecnología caminan juntas". De las incubadoras universitarias comienzan a aparecer pequeñas empresas innovadoras que aportan nuevas soluciones para los oficios tradicionales implicados en la rehabilitación. Un ejemplo es Biprocel, una empresa de biotecnología industrial surgida en el seno de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) que a partir de la transformación de residuos de papel obtiene un nuevo material, patentado ya, que se puede emplear en estructuras y aislamientos, entre otras aplicaciones. De estas innovaciones y de las que desarrollan grandes empresas comprometidas con este mercado, como Sika o Mapei, nutren a las empresas especializadas en rehabilitación, que en muchas ocasiones no se pueden permitir, por su dimensión, contar con un departamento propio de I+D.
FUENTE: CONSTRUMAT http://www.construmat.com/es/news/-/noticias/detalle/4493794/news4_article_rehabilitacio