Publicada el 2010-08-15
Impresiona. Conocer las entrañas de Las Cigarreras deja con la boca abierta. Probablemente, nunca en Alicante una inversión de cinco millones de euros ha sido tan bien empleada, con tanto criterio y, sobre todo, con tanto sentido común. Han tenido que llegar el Plan E, tras seis años perdidos, para que el Ayuntamiento haya dispuesto de una partida económica suficiente para transformar aquellos viejos almacenes de tabaco que han dado trabajo durante tantos años a tantos alicantinos y, en especial, a las cigarreras de Alicante.
Sus herederos podrán volver en breve a ocupar este emblemático espacio, aunque ahora para disfrutar de unas espectaculares instalaciones dedicadas al ocio y la cultura. Las cigarreras, el complejo creado por el patronato municipal de cultura en la antigua fábrica de tabacos gracias a los fondos del gobierno central, ha comenzado a funcionar. Este diario ha tenido la oportunidad de conocer cada metro cuadrado de los 8.000 que ocupan tres grandes naves. En realidad, es un reencuentro con la fábrica. Altadis abandonó alicante, pero sus cigarreras, aquellas que protagonizaron una de las profesiones más arraigadas y queridas de la ciudad, continúan ahí.
El concejal de Cultura, Miguel Valor, hace de anfitrión. Una vez superado el control de acceso, de los más estrictos de la ciudad, el vehículo del Patronato llega hasta la puerta de las tres grandes naves, construidas con posterioridad al edificio central del complejo tabaquero, el de mayor valor arquitectónico, sobre todo por su fachada. La rehabilitación ha sido el primer paso de la recuperación de una propiedad municipal adquirida a Altadis a través de una permuta de terrenos hace ya seis años. Después de la posterior huida de Alicante de la empresa, no pocos alicantinos lamentaron el mal negocio hecho en su día por el Ayuntamiento: perdió patrimonio de suelo y decenas de alicantinos se quedaban sin trabajo. Las Cigarreras no remedia lo de los empleos perdidos, pero ahora se visualiza mejor la trascendencia de haber adquirido la propiedad de la antigua Fábrica de Tabacos.
La primera visita es al espacio dedicado a la Banda Sinfónica Municipal. El Ayuntamiento ha cumplido con una histórica reivindicación de los más de cincuenta maestros de la formación musical. ¡Qué diferencia con las instalaciones de la calle Padre Mariana! Atrás has quedado las humedades como compañera de ensayo, el archivo de las partituras arrumbado y tantas deficiencias impensables no sólo para la sede una banda de música, sino también para cualquier dependencia municipal.
El recibidor 'oculta' con unos grandes paneles el extraordinario interior. Este primer espacio permitirá ofrecer pequeñas exposiciones. Sin embargo, lo más llamativo de esta entrada se encuentra a varios metros de altura. De hecho, hay que mirar hacia atrás una vez dentro para descubrirlo. Se trata de un mosaico de Gastón Castelló que permanecía en un almacén municipal. Un mural que estaba en el antiguo banco hispanoamericano, en la rambla, y que, con la transformación del edificio en la casa de la festa, no encontró acomodo inexplicablemente.
Una vez cruzado este lugar aparece la gran sala de ensayo, un sueño para la Banda, aunque todavía hay algún profesor que asegura que falta espacio. Miguel Valor ya lo sabe y estudia una solución. Un patio de butacas para 150 personas, y unas gradas supletorias por si fueran necesarias, dan más sentido a la justa apuesta por la Banda Sinfónica. Y detrás, otro espacio de similar dimensiones dedicadas a despachos, vestuarios, archivo y varias salas de ensayo individuales, además de espacios para exponer los instrumentos más 'veteranos'.
El siguiente escenario es más sorprendente si cabe. Se trata de la nave dedicada al patrimonio arqueológico de la ciudad. En este caso, el acceso, de la mano de miguel valor y Andrés Llorens, se realiza por la puerta trasera, la que da a un espacio desconocido para la mayoría de los alicantinos. Es una zona verde abandonada que, una vez recuperada, completará la apuesta de las cigarreras.
La primera impresión del interior de esta segunda nave es parecida, salvando las distancias, a aquella última escena de 'en busca del arca perdida'. Cientos, miles de cajas de cartón con restos arqueológicos, que hasta ahora permanecían guardadas en almacenes. Un gran trozo de la historia de alicante que cubre dos plantas, donde ya está trabajando personal de un programa de empleo de la Consellería de economía. Es todo un descubrimiento, nunca mejor dicho. En estos momentos, se trabaja para trasladar cada pieza a las cajas homologadas por la Consellería de cultura, una ingente labor.
La tercera nave es el gran reto no sólo del patronato municipal de cultura, sino incluso de la ciudad. Es un enorme espacio de 2.842 metros cuadrados dedicados a la cultura contemporánea en el más amplio de sus sentidos. Podría decirse que en las denominadas sala blanca y sala negra cabe casi todo. Tres alturas que sorprenden, en un principio, por su capacidad para albergar cualquier manifestación artística.
No es un manojo de despachos o paredes donde exponer. Está concebido como un gran espacio escénico en su conjunto. La planta baja está protagonizada por el blanco, con una sala para exponer que da paso a una de las grandes sorpresas de Las Cigarreras: la llamada Sala Negra, una zona dedicada a cualquier tipo de propuesta, desde una representación teatral a un concierto o un escenografía de danza. La entreplanta tiene un uso predominante: las nuevas tecnologías, para lo que Cultura ya busca de un acuerdo con la CAM. Y cuando la oferta más o menos tradicional parece acabada, irrumpe desde el sótano salas de ensayo, dos estudios de grabación para producción de vídeo, fotografías, maquetas de música... y hasta un pequeño plató.
Así es Las Cigarreras... por dentro. Por fuera, la rehabilitación de la antigua Fábrica de Tabacos está ideada como nexo de unión entre los barrios del Pla, Carolinas y San Antón, un espacio caracterizado por el jardín vertical situado junto a las tres naves y por el nuevo acceso al complejo cultural. Ya no habrá que entrar por la otrora puerta principal de los empleados de la vieja Tabacalera, al principio de la calle Sevilla. El acceso, que está prácticamente ultimado, será por la confluencia de las calles Alcalde Suárez Llanos y San Carlos. Sólo una pega: es una lástima que no se haya derribado el muro que separa el complejo de la plaza de la Pipa. A lo mejor hubiera sido posible una solución alternativa, a modo de un enrejado, que permitiera desde la calle visualizar todo el espacio. Eso sí, se ha habilitado un pequeño anfiteatro al aire libre, delante del jardín vertical, muy cerca del cual habrá una cafetería, a modo de nuevo ágora para la ciudad.
El reto será sacar provecho a todas las posibilidades, que son muchas y desconocidas en este municipio, a estos espacios culturales, acercarlos sobre todo a los jóvenes. Ya no podrán decir nunca que, por ejemplo, faltan locales de ensayo. Y para ello Miguel Valor ya ha apostado por una persona. Se llama Gertru Gómez, una restauradora que ha trabajado en varias ocasiones para el Ayuntamiento. A mediados de septiembre, regresarán las nuevas cigarreras.
Fuente: Las Provincias