La antigua Fábrica de Tabacos lleva camino de convertirse en el principal foco cultural de esta ciudad, junto al Teatro Principal y al futuro Auditorio Provincial de Campoamor. A la apuesta del Ayuntamiento de rehabilitar las tres naves-almacén, con fondos estatales, llega ahora la actuación en el edificio central del complejo fabril, al menos en su fachada exterior. Es el primer paso y de nuevo es el Gobierno central quien asume los costes de esta fase inicial, de especial repercusión para la zona por tratarse de un edificio histórico de gran valor sentimental para miles de alicantinos.

La financiación necesaria para la recuperación del conjunto de los más de 25.000 metros cuadrados de la Fábrica es más que un reto para la Generalitat. Es, sobre todo, un compromiso adquirido por el presidente Francisco Camps, que está por llegar.

El pasado mes de enero, la alcaldesa, Sonia Castedo, se reunía en Valencia con el jefe del Consell. Uno de los acuerdos publicitados tras el encuentro fue crear la Ciudad del Cine y la Cultura en el complejo tabaquero. Camps anunció una inversión millonaria para este proyecto y para la rehabilitación del Castillo de San Fernando. Para ambas iniciativas, 35 millones de euros.

Aquel día se conoció que la idea municipal era acercar Ciudad de la Luz al centro de la ciudad, habilitar espacios en la antigua Fábrica de Tabacos como sede de la Filmoteca, y disponer de salas para posibilitar exposiciones, conciertos, proyecciones y estrenos de películas rodadas en Aguamarga. Además, se dijo entonces que también albergaría el Museo de la Semana Santa. Unas semanas después se conocieron las conversaciones que el Ayuntamiento había mantenido con la Universidad de Alicante para utilizar otra zona del complejo para la creación de una gran biblioteca 24 horas y como sede del campus de San Vicente en la ciudad.

En cualquier caso y como la financiación autonómica sigue siendo una incógnita, el Ayuntamiento, a través del Patronato Municipal de Cultura y del segundo Plan E, no ha desaprovechado la ocasión de disponer de algo de dinero para invertirlo en este espacio, situado entre los barrios del Pla y de San Antón.

El enorme interior de la Fábrica ya no es un inmueble vacío y abandonado, como lo ha estado durante los últimos años, prácticamente desde que Altadis, la sucesora de Tabacalera, huyó de Alicante.

Los enormes pasillos de lo que fue la Casa de la Misericordia de Alicante se han convertido en un improvisado laboratorio de restauración, en el que destaca la recuperación de las piezas del Vía Crucis de la peregrinación a la Santa Faz, las cruces que jalonaban hasta hace poco la avenida de Denia camino del caserío.

El trabajo de Luisa Biosca ha dado vida a la antigua Fábrica de Tabacos, y los resultados ya son visibles. Y así lo pudo comprobar la alcaldesa, Sonia Castedo, y el concejal de Cultura, Miguel Valor, en una reciente visita realizada al complejo fabril, a la que este diario pudo acudir. Al exterior también le ha tocado la lotería, como a las citadas naves situadas junto a la calle San Carlos, de cuya rehabilitación informó este diario hace ocho días. Ya ha comenzado la rehabilitación de la fachada. Los andamios cubren en su totalidad el frontal del emblemático edificio.

De esta forma y mientras llega el dinero prometido desde la Generalitat Valenciana, el Patronato adjudicó por cerca de 600.000 euros el proyecto que consiste en la restauración y rehabilitación de 23 obras, entre ellas la citada fachada de la antigua Fábrica de Tabacos, las garitas del Castillo de Santa Bárbara, las fachadas del archivo Municipal, las fuentes tradicionales de la ciudad y las piezas del Vía Crucis de la Santa Faz. La empresa Urbana de Exteriores fue la adjudicataria a finales del mes de mayo, por lo que lleva varias semanas trabajando en esta ambiciosa iniciativa. Entre las mejoras del proyecto inicial aportadas por Urbana de Exteriores destaca la restauración, elaboración de una réplica y colocación del original de la lápida del obispo Gómez de Terán.

El prelado, titular de la diócesis de Orihuela, fue quien asumió el encargo municipal en 1735 para construir la Casa de la Misericordia, un lugar creado para la acogida de los mendigos de la ciudad. Hubo que esperar a 1801 para que el Obispado cediese al Estado parte del edificio para la construcción de la Fábrica de Tabacos. Numerosas generaciones de alicantinos han pasado por su claustro, y ahora sus descendientes podrán hacerlo de nuevo.