Publicada el 2015-05-01
Todo Gobierno que se precie en un entorno como el que afronta ahora el Gabinete de Mariano Rajoy haría lo mismo. Con una economía saliendo de la crisis más devastadora de la democracia y unas cifras que empiezan a confirmar que la actividad se recupera y el paro frena su sangría, toca ser optimistas, aunque con prudencia, y más en año electoral. Y es que la prudencia tiene después siempre un premio añadido, poder cambiar las previsiones, mejorándolas, por supuesto, y asumir, aunque sea de forma indirecta, todo el mérito.
Pues bien, eso es lo que lleva ocurriendo desde mediados del año pasado con el cuadro macro que elabora el Ejecutivo y que es la base en torno a la cual gira el Programa de Estabilidad que debe remitir España a Bruselas. Hoy será aprobado por el Consejo de Ministros y en él se reflejará esa mejora “nítida” de la economía española en la que todos los indicadores apuntan que se han instalado actividad y empleo.
El nuevo cuadro, correspondiente al Programa de Estabilidad 2015-2018, prevé que el PIB aumente este año un 2,9%, cuando la previsión oficial anterior situó el crecimiento en el 2,4%, y una tasa de “ese mismo tenor” para el próximo ejercicio, tal y como avanzó el lunes el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
Y, de nuevo, la prudencia. Fue el propio Rajoy quien nada más anunciar esa cifra de actividad, aseguró que si se mantienen las reformas previstas, dichas previsiones más optimistas no solo se cumplirán, sino que mejorarán.
¿Qué motiva este discurso tan positivo? Primero y fundamental, los expertos saben que la actividad económica se mueve por expectativas y si éstas son malas o están plagadas de incertidumbres, se para prácticamente toda la maquinaria. Se frena la inversión, se congela el consumo y con ello se incrementa el desempleo que no hace otra cosa que retroalimentar esas malas perspectivas. Por eso, en cuanto la realidad se torna más estable y se despejan las dudas (los trabajadores ya no temen perder su empleo o ver reducido su salario, los parados encuentran trabajo y las empresas logran mejores resultados), ese cambio de perspectiva insufla una ola de optimismo que hace subir el consumo, la inversión y el empleo. Dicho de otro modo: optimismo genera más optimismo.
Por otro lado, lo cierto es que los indicadores cada vez reflejan de manera más inequívoca que sí, que la recuperación ha llegado y, lo más importante, comienza a ser percibida por toda la ciudadanía. De lo contrario, no podría entenderse la mejora del consumo, el tirón del turismo nacional y las mayores compras de viviendas.
A todo ello se ha sumado un nuevo actor que no ha hecho sino apuntalar el creciente optimismo del Gobierno, cuya previsión de ese 2,9% de PIB está ya alineada con las previsiones más favorables del consenso de analistas nacionales e internacionales: la mejora de la construcción, el primer sector que entró en crisis. Los últimos datos de contabilidad nacional ya pusieron de manifiesto cómo por primera vez desde 2008 la construcción en general y la inversión en vivienda en particular habían vuelto a registrar tasas positivas de actividad.
No se trata de una cuestión menor, puesto que tal y como recordó el martes el director general delServicio de Estudios del Banco de España, José Luis Malo de Molina, en plena efervescencia de la economía, la construcción aportaba nueve décimas al crecimiento nacional, de las que la inversión en vivienda contribuía con seis décimas. De ahí que para el Gobierno sea tan relevante que incluso este mercado haya virado también hacia la senda de la recuperación. Malo de Molina apostó por que en el futuro, con un mercado inmobiliario mucho más equilibrado que el que propició la burbuja, la aportación de la construcción al PIB debería situarse en el entorno de casi medio punto de crecimiento anual.
De confirmarse todos estos buenos augurios, Rajoy habrá conseguido su propósito: se cumplirá el cuadro macro, que incluso puede que resista una nueva revisión al alza antes de final de año, justo antes de la cita electoral más importante, los comicios generales.
Además, con mayor actividad, se incrementará la recaudación fiscal, lo que a su vez permitirá seguir reduciendo el déficit sin medidas dolorosas (recortes) adicionales. A esto, unido al aumento del consumo que trae consigo la reforma fiscal, es a lo que fía Hacienda ese incremento de los ingresos.
Como es lógico, el Ejecutivo trabaja con la hipótesis de que a mayor PIB, más creación de empleo, por lo que las variables referidas al mercado laboral del cuadro macro también serán revisadas al alza. Rajoy ya ha dicho que es más que probable volver a recuperar los 20 millones de ocupados en cuatro años. Para ello, la tasa de paro bajará del 22,9% previsto inicialmente para este año, ya que Economía estima que en diciembre haya hasta 600.000 empleos más.
FUENTE: CINCO DIAS http://cincodias.com/cincodias/2015/04/29/economia/1430322173_591808.html