Publicada el 2015-02-16
¿Cual es el próximo paso para las vistas aéreas? Mientras que los arquitectos y diseñadores a menudo encontramos descanso en esta perspectiva espacial particular, hay un recurso que es más inclusivo y universal a esta manera de observar. La facilidad de acceso a los servicios de mapas en línea ha aumentado nuestra confianza colectiva en la comprensión de nuestro mundo desde arriba.
Los mapas condensan el planeta en un pequeño mundo dentro de nuestro bolsillo, la mercantilización de estos, ha universalizado la fotografía “plan-view”. La cuestión de si su uso es un paso positivo para el diseño y la planificación, es un debate en curso. Sin embargo, de cara a este dilema, los fotógrafos de arquitectura están forzando los límites de la tecnología de los drones, con el fin de encontrar un nuevo significado. La articulación del espacio a través de la vista aérea ha sido durante mucho tiempo una convención aceptada para los diseñadores espaciales. Es, más que nada, una forma de pensar, de comprender y representar composiciones arquitectónicas y urbanas complejas. Las proyecciones ortográficas (planta, sección, elevación) proporcionan una vista de un lugar que es a la vez artificial e inalcanzable, y se definen por un grado de precisión y pureza del espacio que es imposible de replicar en situaciones del mundo real.
Funciona en cualquier escala: desde el influyente mapa iconográfico de Roma (1748) de Giambattista Nolli, a la perfección geométrica de la fortaleza holandesa de Coevorden (1647). En la arquitectura doméstica del siglo 20 y 21, el plano aéreo ha llegado a simbolizar un método universalmente reconocido de orquestar el espacio alrededor de edificios de viviendas en todo el mundo. Si bien la planta es fundamental para entender un proyecto, es estilísticamente limitada. A diferencia de un dibujo, las fotografías aéreas capturan sombras perfectas, patrones inesperados del clima, las superficies de tierra desgastadas y las techumbres, así como las huellas de las personas, animales y vehículos que dan complejidad a las escenas arquitectónicas en la "realidad". Lo más importante es que ofrecen una visión extendida de los entornos urbanos y condiciones naturales poderosas que no están idealizadas o infladas, como parte de la visión de un arquitecto, acotando la brecha entre lo tangible y lo intangible.
Este es el matrimonio de autenticidad innata de la fotografía, junto con la "pureza" de la proyección ortográfica, que la tecnología drone hace posible. Estas fotografías no son planas; más bien, la perspectiva gentil y el realismo natural que es característico de estas fotos suavemente nos recuerdan que estamos ante un cuadro capturado no a través de tinta, sino a través de una lente. Los diseñadores no pueden predecir con precisión las formas en que las personas habitan y se adaptan sus visiones construidas. Como tales, están imbuidos de carácter genuino: radios de giro de vehículos se pueden ver grabados en paisajes polvorientos, mientras trampolines y juegos infantiles están salpicados a través de césped bien cuidado.
Tal vez la luna de miel ha terminado y el material de archivo capturado usando drones que vuelan sobre el sitio para la Expo de Milán de este año, o a través de la Torre Hearst de Nueva York a voluntad del arquitecto, ya no es emocionante ni único. Algunos fotógrafos de arquitectura están adoptando activamente esta tecnología para crear más imágenes más elaboradas y con mayor composición. La obra de Joao Morgado y Fernando Guerra - entre otros - demuestra que los drones pueden aprovecharse para capturar fotografías asombrosamente potentes de los edificios y sus paisajes circundantes. En su quietud, revelan cuán convincente sigue siendo la vista aérea.